Cuando hablamos de convivencia armónica, sobre todo, en el ámbito de la escuela pero también en otros ámbitos de la vida en general, nos referimos al acto de educar no sólo en la disciplina y el estudio, sino al proceso de aprendizaje para convivir con aquellas personas que forman parte de nuestro entorno, ya sea amistades, compañeros de clase o de trabajo y como no, con nuestros propios familiares.
Podemos establecer una serie de reglas básicas para llevar a cabo una convivencia armónica, como pueden ser el respeto a los demás, rechazar cualquier tipo de comportamiento intolerante y trabajar habilidades como la empatía, la mediación o la negociación.
Trabajar en mejorar la convivencia armónica no elimina la generación de posibles conflictos dentro de la convivencia. Sin embargo, haber trabajado en desarrollar este concepto, nos va a permitir que ese conflicto que se pueda producir, lejos de ser algo negativo, nos proporcionará un aprendizaje para el desarrollo de nuestra propia personalidad.